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LA MANO DE PAPA

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Hace casi 30 años atrás, cuando corrían los primeros días de mi conversión a Cristo y en un regreso, de una de mis primeras reuniones con la Iglesia, ocurrió esto que les contaré y que nunca, nunca he podido olvidar ni olvidaré jamás. Venía regresando tarde de la reunión y traía conmigo un cassette de música de alabanza y adoración, que me habían prestado y una de las razones por lo que quería llegar rápidamente a casa, era la de oír por  primera vez  toda aquella nueva y diferente, música.  Así que en el auto que nos traían,  veníamos cantando, orando y llorando y muy embargada por esa Presencia Gloriosa de aquella hermosa reuníon, le pedía a Dios que no me soltará, que no me dejará nunca. Luego, cuando llegando a casa, mis amigos y yo entramos, y como yo traía a mi  hijito dormido en mis brazos, me dirijí hacia la habitación de mi pequeño y mis amigos fueron hacia la cocina a fin de prepararnos algo rápido para comer, ya que era muy tarde, antes de eso,...

LLEVÁNDO LAS CARGAS DE OTROS

Gálatas 6: 2 " Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo"

¿Qué son las cargas? 
Muchas veces confundimos cargas con pecados.
 Y creemos que nuestro deber es acompañar el pecado de alguno mientras nos alejamos de quién está padeciendo un momento de duelo, pérdida, divorcio, escasez...
  
 Hay una frase que corre por Facebook, que dice que es "mejor alejarse de personas conflictivas, porque te cargan",  y ¿cuál es la ley de Cristo para el Hijo de Dios, sino que ayudemos, apoyemos, consolemos, asistamos y aconsejemos con la Palabra a quienes están atravesando un valle de sombra en sus vidas?

El pecado no es para ser carga ni cargado por un hijo de Dios, quién debe ser él mismo quien lo quite de su vida Hebreos 12:1, "despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia"
Mientras que la "carga" de la aflicción, de la prueba, de la tribulación, de la necesidad, debe ser recibida por el Cuerpo como la oportunidad de cumplir la ley de Cristo, nuestro legislador que nos hizo libre para servir en amor a nuestros hermanos de la fe, y dar testimonio entre aquellos que no lo han todavía conocido. 

Hermanos no nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos: prestemos nuestros oídos, boca, brazos y corazón al Señor para ayudar a los atribulados, y no nos alejemos de los que para otros son una carga imposible de llevar.
 Dios te Bendiga 
Pastora Sara Olguín


Ministerio Casa de Pan.

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