
Éxodo 15:22 -"Moisés hizo que los israelitas se alejaran del Mar Rojo.
Entonces ellos se fueron al desierto de Shur, y durante tres días
caminaron por él, sin encontrar agua.
23- Cuando llegaron a Mara, no
pudieron beber el agua que allí había, porque era amarga. Por eso
llamaron Mara a ese lugar.
24- La gente empezó a hablar mal de
Moisés, y preguntaban: <¿Qué vamos a beber?>
25- Entonces
Moisés pidió ayuda al Señor, y él le mostró un arbusto. Moisés
echó el arbusto al agua, y el agua se volvió dulce."
Podemos entender
como se sentían física y emocionalmente los israelitas sin excluir
a ninguno de ellos; tres días en el desierto, día y noche,
cansados, sudados y sedientos.
Quien podría soportar en esta
situación. Podemos entender y justificar humanamente el
comportamiento irritable del pueblo, pero ellos no eran un pueblo
común, se trataba de uno que había vivido por cuatrocientos treinta
años en esclavitud de Egipto y en Egipto.
Un pueblo que ya no
sabía más resolver sus problemas y ni siquiera gobernarse a sí
mismo.
Conocían solamente una manera de actuar y ésta era bajo una
mano dura; recibiendo órdenes, siendo dirigidos por otros, que no
tenían en cuenta su integridad física. Ellos estaban tratando de
entender una situación nueva de libertad, qué cosa era ser libre ni
se lo imaginaban, no había una concepción mental de Libertad.
Ni
menos sabían como usarla; es por eso que actuaban equivocadamente cómo si estuviesen bajo el mando de los jefes egipcios aún.
Allí
estaban acostumbrados a la murmuración, ya que no podían expresar
de ninguna manera su desconformidad, o desacuerdo al sistema
faraónico.
Tres días eran
poquísimos para que asumieran una actitud diferente que
correspondiese a la condición de libertad que ahora tenían, pero a
parte de esto ellos estaban entrando al proceso de Dios, a fin de
que ellos se convirtiesen en el Pueblo de Jehová de los Ejércitos,
Dios les debía transformar su mentalidad de esclavos: a Libres.
Tantas veces
juzgaremos como cruel y ruda la manera de tratar de parte de Dios,
pero ¿Cómo se hace para que una persona, que ha vivido en
esclavitud retome las huellas de su personalidad perdidas? ¿Cómo
se hace para que un pueblo adquiera, después de haber vivido sin
derechos y manifestación de voluntad, aquellas características de
su conformación étnica, lenguaje, etc.?
Solo un Dios de
una sabiduría inescrutable, de un incomparable amor, puede tomarse
la labor de transformar una nación anulada y devolverle su
Identidad.
En esta misma
prueba notamos el actuar de aquellos que no conocen a Dios y de quién
sí, y quien tiene una relación personal con Dios.
El pueblo frente
a este problema repite la misma conducta que tuvo en el tiempo de su
esclavitud.
Como dije, ellos sabían y podían hacer solo una cosa:
murmurar en contra de quién tenían delante de sí, y que los conducía; por otra
parte su siervo Moisés , habiendo sido instruido por Dios en el
desierto antes que ellos, clamó a Dios ante la misma necesidad.
Y
esto nos refleja nuestra vida cristiana, en nuestros primeros pasos y
cuando pasamos las primeras pruebas en nuestra incipiente libertad
espiritual, ¿acaso no reaccionábamos de la misma manera? No
entendíamos como esos problemas que para nosotros eran tan grandes
se pudieran solucionar con una sencilla oración.
A muchos les costó
cambiar la queja por la alabanza, la murmuración por la oración. ¿verdad?
En el Versículo
25 podemos ver cómo Moisés clama a Dios y también la libertad que
tiene en el pedir. Y él usa esa libertad obteniendo respuesta,
siendo escuchado y socorrido por su Dios.
Pienso que es así que Dios
empieza a enseñarle al pueblo, con vicisitudes cotidianas, para que
ellos comprendiesen cuán cerca y dispuesto estaba el Dios de sus
padres, como también su sobrenaturalidad y Soberana Presencia.
Allí en ese
desierto se suceden hechos donde viene probada la fe y el carácter
de Moisés que viene también usado como ejemplo para que el pueblo
quiera y busque tener intimidad como él la tenía con Dios.
En el mismo versículo 25 podemos ver que Dios responde.
Dios responde antes que nada a
quién clama a El y pide.
Dios nunca responderá a la murmuración, a
la queja, a la altivez.
Esta es otra de las cosas que se les iba a
enseñar y si eran creyentes aprenderían.
El versículo 25, dice que Dios
responde pero no lo hace con una respuesta pensada por un esclavo,
por una mente cerrada donde no existe la imagen del verdadero Dios
sino de falsos dioses.
La mente de quién
aún no conoce a Dios puede pensar que Dios sirve cómo servían
ellos, cuando les decían : ¡Dame eso! ellos tenían que dar lo que
se les pedía.
Quienes teníamos
esa mentalidad de esclavo orábamos a Dios diciendo: ¡Dame pan! y Dios
tenía que darnos un pan (Mateo 7:9)
El verdadero Dios siempre da lo
mejor, lo más adecuado, y si no existe lo crea para nosotros, sus
hijos, Aleluya!
Así resulta que
Dios responde a la oración de Moisés, a causa de las aguas amargas, mostrándole un arbusto.
Grande es el Señor, que siempre es ¡Dios
delante de sus criaturas!
Dios le da como respuesta ¡un arbusto!
¿Qué
tienen en común las aguas amargas y el arbusto? Nada, no tenían
nada en común.
¿Cómo supo Moisés lo que tenía que hacer con ese
arbusto?
Seguramente había aprendido esto en su "tiempo en el
desierto": que el Señor da siempre una respuesta junto con la
sabiduría para aplicarla.
¡Moisés mete el
arbusto en las aguas amargas y éstas se vuelven dulces!
El resultado de
esta primera experiencia fuera de Egipto no podía ser diferente,
tratándose del tercer día de libertad bajo los ojos de un Dios que
no conocían, guiados por uno de los suyos que era todo lo contrario
a los que gritaban y daban órdenes; Moisés en cambio se postraba en
tierra y pedía perdón por sus pecados, suplicando a Dios perdón
también por ellos.
Conducidos por un líder que no les ordenaba sino
que los respetaba; era muy confuso para ellos adaptar a su mente esta
nueva forma de vida
Si bien Moisés
había sido aprobado, Dios anhelaba este pueblo, amaba este pueblo
pero sabía cuán largo sería su estadía en esta escuela y cuántos
no serían aprobados, pero su Nombre estaba comprometido así que
anduvo con ellos en todo aquel desierto.
De esta
experiencia en el desierto de Shur, con las aguas amargas, hemos
aprendido también nosotros, muchos nos vemos reflejados como he
escrito anteriormente, porque también fuimos sacados de la
esclavitud del mundo, e introducidos en la escuela de Dios, en
nuestro propio desierto; nos hemos encontrado ante el choque de lo
que acostumbrábamos hacer antes, frente a situaciones malas y lo
que hombres y mujeres de Dios, que nos conducían, nos mostraban,
con sus actitudes que era justo hacer frente a las mismas, para
salir con victoria.
Poco a poco
aprendimos a amar a Dios, a confiar en El, y a dejarlo hacer cuando clamábamos por su ayuda, Aleluya!
Poco a poco
fuimos perdiendo esa mente de esclavo, que no reconoce identidad de
Hijo, de pueblo, de Nación especial, y que rechaza un soberanía
paternal sobre sí misma.
¡Hemos aprendido
tanto, y cuán grande fue para muchos este desierto!, por eso si tu
haz conocido hace poco a tu Salvador Jesucristo tienes que saber que
es necesario pasar por el desierto, tienes que ser introducido allí,
porque es el único lugar donde la mente se renueva; es trasformada a
una mente libre, a una nueva manera de pensar que cambiará hábitos
y costumbres que nos esclavizan al sistema del mundo, aunque la Verdad
ya este en nosotros.
Te animo a
reconocer las respuestas soberanas de Dios, que no puede nunca dejar
de ser Dios ante sus hijos y que son aquellas que rompen nuestra
mente y la transforman!
Dios te bendiga
Pastora Sara Olguín
Hoy vuelvo a esta página después de haber leído este artículo. Tras hechos que sucedieron en mi vida estos días, normales para lo demás pero no para mí (Así como el pueblo de Dios no sabía lo que Dios los daría por solución, así he vivido yo), verdaderamente no es tan agradable a primera vista cuando te dan por respuesta (El problema no son los demás,es dentro de ti, primero arregla vos las cosas, ect) pero realmente Dios sabe que darnos por respuesta porque "El quiere que seamos sanos", el mayor problema no era las aguas amargas de a fuera, sino la aguas amargas de los corazones, el gran impedimento para seguir avanzando en victoria no era lo exterior sino el interior "El corazón", ¿Necesitamos ser sanos en el cuerpo? Si, pero Dios sabe que también necesitamos ser de un corazón sano y de nuestra parte toca reconocerlo, así si recurrimos a Dios el nos puede ayudar, Dios los confronto y los llevo hasta las aguas amargas para también mostrarles que así estaban ellos "amargados por dentro" pero Dios cambio las aguas para así también decirles "Yo Soy Dios, Tu Sanador".
ResponderEliminar