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LA PODEROSA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO

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               2 Reyes 4 Una mujer había quedado  viuda y endeudada y con el riesgo de que sus dos hijos perdieran sus libertades. ¿Qué hizo? Llegó hasta lo último y luego clamó a Dios.  ¿Y de que manera clamó a Dios?  Visitando al profeta para hallar dirección de Dios para su vida. Así acostumbramos hacer muchos de nosotros, muchas de las veces en que nos encontramos en situaciones que llegaron al límite y ¿qué hacemos?  Esperamos hasta que el agua nos llegue al cuello para orar, y pedirle a Dios qué debemos hacer. Lo vemos con el pueblo de Dios en Éxodo 3:7   Esperó hasta perder sus libertades para clamar a Dios,  Así como en Jueces 6: 7 Aquí también vemos al pueblo escondido y lleno de miedo a causa de los Madianitas, pero que por último claman a Dios, para recibir dirección y ayuda.  Siempre sucedió así por causa de alejarse de Dios, de desoírlo, y de sentirse ellos sus propios dueños para hacer las cosas a su manera.  Dice  Jeremías 2:13 -Porque dos males ha hecho mi pueblo: me de

ARBOLES QUE CAMINAN

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. Marcos 8:24 “El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan”  Que distorsión que tenía ese hombre en sus ojos. Hoy hay muchas personas que sin padecer de una ceguera física, cuentan con una ceguera mental, que les bloquea la percepción del medio que los rodea. En pleno siglo 21, de grandes avances tecnológicos, científicos,  por no nombrar tantos otros, fracasamos en lo que es primario, elemental, básico y dado por Dios al Hombre, como es: la comunicación , una herramienta de acercamiento, emocional y espiritual entre nosotros.  No hay ceguera mayor que la que produce la incomunicación.  La falta de la misma, nos aísla y nos priva de ver al otro, al punto no de ignorarlo, sino de no verlo.  No ver su rostro; no ver lo que le pasa; no ver sus movimientos, cuándo está o cuando se aleja; sus gestos ¿qué comunican?.  Cómo hoy  que sabemos más sobre el lenguaje de los gestos, no nos ocupamos de captarlos en nuestros niños cuando están padeciendo al

VENCIENDO LOS MARES DE LA VIDA

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A veces nos creemos que las coronas se ganan como las gana el mundo, y eso es porque nuestros ojos tienen la imagen constantemente enfrente de los mismos; nos hacemos ideas erróneas de que es ser un buen soldado mirando las continuas batallas de la vida de un mundo que rechaza a Dios.  Entonces podemos hasta sentirnos leales o fieles en las mismas cosas que siente y hace el mundo pero: ¿ Qué vale más: el tiempo en que caminas sobre tierra firme, o cuando haces tus pasos sobre las aguas? ¿Qué es lo que te traerá más victoria, seguridad y crecimiento: haber permanecido firme sobre las situaciones inciertas e inseguras o haber continuado, perseverado cuando todo estaba en su lugar? ¿Qué nos hace más vencedores haber tenido siempre caminos de tierra firme o aunque hayan sido mayores los mares bajo nuestro pies, haber llegado sin caernos en el agua?  El tiempo de caminar sobre las aguas desarrolla nuestra dependencia de Dios a través de la fe. Cuanto más mares, de

A QUE DISTANCIA ESTOY DE EL?

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Lucas 22:54 " Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos."  El versículo que leímos termina con una frase corta pero muy descriptiva de la acción tanto como de las emociones.  Tres palabras claves arman esta oración -Pedro-, -seguía-, -lejos-.  Estamos por entrar a una situación en la historia de Pedro que no se imaginaría quién lee por primera vez los Evangelios.  Uno viene observando y es sumergido a una personalidad singular, la  de Pedro. Una personalidad singular pero que nos resulta muy conocida,  y en la que muchas veces, en el transcurso de la lectura nos identificaremos con ella y con esos sentimientos escondidos,  por ser muy parecidos a los nuestros. En Mateo 4: 18-20 , nos enteramos de su encuentro con el Maestro,  có mo fue llamado y de qué manera él y su hermano Andrés, dejaron las redes que usaban para su trabajo de pescadores, y siguieron a Jesús.  A partir de este momento, encontramos en

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