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Mostrando entradas de octubre, 2021

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LA PODEROSA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO

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               2 Reyes 4 Una mujer había quedado  viuda y endeudada y con el riesgo de que sus dos hijos perdieran sus libertades. ¿Qué hizo? Llegó hasta lo último y luego clamó a Dios.  ¿Y de que manera clamó a Dios?  Visitando al profeta para hallar dirección de Dios para su vida. Así acostumbramos hacer muchos de nosotros, muchas de las veces en que nos encontramos en situaciones que llegaron al límite y ¿qué hacemos?  Esperamos hasta que el agua nos llegue al cuello para orar, y pedirle a Dios qué debemos hacer. Lo vemos con el pueblo de Dios en Éxodo 3:7   Esperó hasta perder sus libertades para clamar a Dios,  Así como en Jueces 6: 7 Aquí también vemos al pueblo escondido y lleno de miedo a causa de los Madianitas, pero que por último claman a Dios, para recibir dirección y ayuda.  Siempre sucedió así por causa de alejarse de Dios, de desoírlo, y de sentirse ellos sus propios dueños para hacer las cosas a su manera.  Dice  Jeremías 2:13 -Porque dos males ha hecho mi pueblo: me de

LOS MUROS QUE DIOS LEVANTA EN TI

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  Nehemías fue tocado en su corazón por la condición de los que no fueron desterrados de Jerusalén , es decir por el remanente y por la muralla, y las puertas destruidas por el  fuego. Él sí, había sido uno de los que salieron desterrados a Babilonia, y ahora como copero del Rey Artajerjes estando en la ciudadela de Susa. Nehemías 1:3-4  3-Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. 4- Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Versículo 4: dice que cuando Nehemías oyó esas palabras lo primero que le ocurrió es que ¡se sentó a llorar! Lo primero que sentimos ante malas noticias es llorar. Cuando algo que  no esperábamos nos sorprende, las emociones se nos descontrolan, y a  muchos nos brota el llanto, como a Nehemías. Con esto digo que, no es pecado llorar, no es una muestra

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