Lucas
13: 22 "Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y
encaminándose a
Jerusalén"
Jesús
sabía que su objetivo era la Cruz, y para eso iba hacia Jerusalén,
él no olvidaba ni renunciaba a ello, pero esto no le impedía
enseñar en todo lugar por donde debía pasar.
¿Cuál es tu destino, hacia dónde vas, y que te encomendó Dios que
hagas?
Saber
hacia dónde vamos y asumir lo que sí o sí debemos hacer, nos
permite ser productivos, responsables y precisos.
Nada
nos puede dispersar o desanimar cuando
sabemos esto con toda seguridad,
por eso como nuestro Señor podemos bendecir, enseñando, o dando
aquello que tenemos a otros, con el amor de Dios, mientras vamos
hacia nuestro destino, la razón de nuestro llamado. ¡Aleluya!
Pero
debemos tomar precauciones contra los enemigos que causan la pérdida
del propósito y por consecuencias de los resultados esperados.
Isaías
60:18 “Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni
quebrantamiento en tus términos; sino que a tus muros llamarás
Salvación, y a tus puertas Alabanza”
Los
muros abiertos le dan entrada al enemigo para que destruya, violente
y quebrante, tu vida, o tu familia, la ciudad o la Obra de Dios,
mientras que
la Alabanza es la puerta de entrada al Dios todopoderoso y Salvador
Jesús.
Jerusalén,
la ciudad de Dios, había sido devastada, destruida, y vaciada; sus
puertas habían sido quemadas, nadie se
había dispuesto a
reparar los muros y las puertas, por eso Dios llamó a Nehemías,
quien era el copero del rey. (Nehemías
1)
Nehemías
4 es una hermosa
enseñanza que nos fortalecerá, nos animará y nos quitará de
posibles caídas en las tretas de Satanás.
Cuando
tu enemigo se entera que estás yendo hacia el lugar correcto, que
nada te detiene, que nada te desalienta y que yendo hacia el mismo,
bendices, ¡Se enfurece!
La
treta de Satanás es siempre la misma, desanimarte, infundir confusión, ocultar el objetivo, dispersar tus fuerzas, y al equipo
que te esté acompañando.
Lo
mismo hace con la Obra de Dios, cuando los que están en ella, miran
todos juntos a una misma dirección y a una misma meta, sin dejar de
ayudar, salvar, alcanzar a otros y bendecir, esto
enfurece al diablo, lo enoja.
Pero
no debemos asustarnos, distraernos ni detenernos, menos dejar de
bendecir porque para eso vamos ¡aleluya!
Nehemías
4:11 El enemigo
hará esto: No
sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos,
y hagamos
cesar la obra”
Los
adversarios de la obra, de tu propósito, se levantarán: Nehemías
6:1 - 9 Fortalece
tu oh Dios, mis manos.
Otra
treta para detenerte es el terror, y el soborno de los profetas.
Nehemías 6: 10 – 16.
Los
adversarios trabajan infundiendo terror, hablan y escriben malos
presagios, inventan y exageran a fin de crear caos, incertidumbre y
miedo en los pasos que debemos afirmar delante nuestro y detrás de
nuestro Señor.
Se
pueden sobornar los profetas, sí, hay falsos profetas, hablando
palabras que no vienen del trono de Dios, sobre tu vida, para detener
el poder de Dios en ti.
Cuando
todos nos descarriamos como ovejas, y nos perdimos, cuando el pueblo
de Dios quedó disperso, Dios no encontró a nadie para que reconstruyen los muros que nos protegieran y las puertas de alabanza por la cual Él entrara.
No
había más que lamento, queja y maldiciones en nuestras bocas, y
estábamos sin muros, así que no habiendo otro, Dios envió a su
único Hijo Jesús (san
juan 3:16) para
construir primero esos muros, esos cercos de protección, trayendo el
Temor de Dios a nuestras vidas, y siendo él, la única puerta de
salvación.
Una
puerta estrecha por la cual todo el que entre y todo el que salga es
identificado, visto, no puede pasar por allí ni el enemigo de
nuestras almas, ni los que son enemigos de Dios. ¡Gloria a Dios!
Salmo
147: 13 “Porque él fortificó los cerrojos de tus puertas; Bendijo
a tus hijos dentro de ti”
Cuando
tú sabes cómo supo Jesús hacía dónde vas, y para qué,
tú puedes hacer el bien a quien esté a tu lado, tu puedes ayudar a
otros, enseñar, sembrar la semilla, salvar a los perdidos, mientras
vas de camino a tu destino.
Porque
ahora tú sabes que no hay treta del diablo, ni adversario ni
sobornos, ni terrores, ni mentiras que puedan distraerte, detenerte,
o impedirte hacer el bien, porque sabes que Jesús nuestro Dios y
Salvador te está esperando.
La
muerte en la Cruz era el final del destino de Jesús, el propósito
de su venida, pero para nosotros la muerte que nos esperaba fue
cambiada en Vida Eterna, el Juicio del Gran Trono Blanco, en el
Tribunal que nos otorgará los premios y galardones, y por fin ver su
Rostro, verlo cara a cara y estar siempre con él, en toda la
eternidad, ¡Aleluya!
Hagamos
lo que hizo Jesús, sigamos a la meta y no dejemos de hacer el bien
mientras allí vamos.
Dios te bendiga
Pastora Sara Olguín
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