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LA ESPERA EN EL APOSENTO ALTO

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  El secreto de lo que sucedería en el Aposento Alto, estaba en la Espera. Hechos 1: 4 Cuando todavía estaba con los apóstoles, Jesús les advirtió que no debían irse de Jerusalén. (Les dio la palabra cuando estaba con ellos, ¿para qué se las dio? Para que pudieran tener confianza en él, mientras el volvía. Para que supieran que él ciertamente volvería, si esa promesa se cumplía entonces ellos debían confiar ciegamente en su regreso) Les dijo – Esperen a que se cumpla la promesa que mi Padre les hizo, de la cual yo les hable (Lucas 24:49) Hechos 1:5- Es cierto que Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo . La espera es el método de Dios, para aprobar o desaprobar, para acercar o separar, para llamar o alejar. Dios les había dado la Promesa, no de que sería restablecido el reino de Israel sino de lo que él Padre sabía que tenían que recibir para poder anunciar desde Jerusalén hasta lo último de la tierra, lo que había ...

¿TIENES RAZON DE ENFURECERTE TANTO?


Gálatas 5:15 "Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros"


 Cuando leí este versículo, inmediatamente vino a mi mente la imagen  de la serpiente del Edén, (Génesis 3:14b) aquella que fue maldecida a comer polvo, todos los días de su vida.
 ¿Y qué cosa es el polvo? porque seguramente de tierra no viven estos animales. 
En Génesis 3:19, Dios le dice al hombre "...Porque polvo eres, y al polvo volverás." Es decir, fue sujeta al deseo de comer, de perseguir y contender, contra  los hombres,  todos los días de su vida, hasta destruirlos.

 ¿Conocemos personas así? Que se levantan y se acuestan en una continua discordia, sea con quién sea; vivan junto a ella o de más lejos;  y que no le dan el final a la discusión hasta que no tienen la última palabra dicha. ¿Cuándo comenzó esta forma de vida en ellos? ¿Qué le dio origen?


Muchos hemos notado que, ni siquiera discuten por cosas importantes, valederas o justas, sino por las más insignificantes, que les causan disgusto, a ellas solamente.


 ¿Se recuerdan de Jonás?, ¿el irritable profeta?, nuestro Dios Misericordioso, le hacía esta pregunta, ante sus reacciones coléricas: " ¿Tienes razón de enfurecerte tanto? (Jonás 4:1- 10).
 La irritabilidad de Jonás, no dependía de las causas, esto lo vemos en la lectura de la historia; estas causas no se asemejaban para nada entre sí,  y él había perdido su capacidad de discernirlas, de evaluarlas.
 Había perdido el sentido de lo justo y de la misericordia, a pesar de ser un profeta de Dios. 
Es que la profesión, la vocación o las buenas obras no son escudos para que esto nos ocurra o no nos ocurra, pueden ser máscaras pero no nos defenderán o transformarán. 
Por eso vemos en todos los ambientes sociales la agresión entre esposos, padres e hijos, patrones y empleados, políticos y gobierno, profesionales y profesionales, etc. 
La ofuscación y la obstinación de nuestra voluntad nos llevará a manejarnos con un espíritu destructivo de contienda, (en psicología lo llaman agresividad negativa). 
Estas personas han perdido los límites de sus derechos y no notan su invasión en los derechos del prójimo, creen que son todos uno, y ese es el de ellos.
 Dios le preguntó a su profeta: ¿Tienes razón de enfurecerte tanto?  Y él podría haber argumentado que sí porque era profeta, pastor, líder, patrón, padre, madre, pero Dios no mira esto, sino con dolor sabe que  quien comienza la disputa, y hace de ella un estilo de vida terminará consumiéndose a sí mismo.


Este era el temor del Apóstol Pablo ante el espíritu que advirtió entre los hermanos de Gálatas cuando les decía "...no sea que acaben por destruirse".

Consumirse o devorarse o matarse como vemos en nuestro hoy; porque este espíritu inspira una manera de vivir,  que termina destruyendo el amor entre los hombres,  matrimonios, familias, dañando irreversiblemente a la sociedad, y comprobando que la serpiente del Edén logró su objetivo con nosotros. 


Así que el Apóstol Pablo, con pesar, aconseja a los hermanos de Gálatas, como también el Espíritu de la Palabra a nosotros, que quitemos ese sentir que no viene de Dios, de lo Alto sino de lo terrenal y diabólico. 
El Apóstol Pablo reconoció en los corazones de estos hermanos, la misma naturaleza que opera en las obras de las tinieblas.
 Perseguir, contender, hasta destruirse unos a otros. 
Porque de este tipo de conducta no sale nadie vivo. 
El que derrota a uno, aunque aparentemente tiene la victoria, no se da cuenta que también perdió ante el Juez de los Santos entre los hermanos (Santiago 5:9).
Cuando comience una discusión, no participes de ella, detente ante la pregunta del Espíritu de Dios en tu corazón: ¿Tienes razón de enfurecerte tanto?.
Seamos del mismo sentir de Jesús, pacificadores sabiendo que éstos heredarán la tierra.
Dios te bendiga, Pastora Sara Olguín

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