ENTRADA DESTACADA

JESÚS EN CASA DE MARTA

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  Lucas 10:38 -42                      ¿Cómo conoció Jesús a la familia de Lázaro?     Pues la conoció a través de aquella mujer llamada Marta a quienes todos toman de ejemplo para hablar de cómo se pueden perder, a causa de los afanes y las tareas diarias, la bendición de estar en la Presencia de Dios, en el momento apropiado. En el versículo 38 de Lucas 10 , dice que después de haber enseñado sobre quien era el prójimo por medio de la parábola del buen samaritano, Jesús yendo de camino y entrando en medio de una aldea fue recibido cordialmente en casa de una mujer llamada Marta. (Esta aldea se llamaba Betania según  San Juan 11:1 ). Al entrar en su casa, ( versículo 39 ) Jesús fue conocido por la hermana de Marta, llamada María, y nos cuenta en el versículo siguiente que inmediatamente María, dejando todo los quehaceres, se sienta a los pies de Jesús, a oír su Palabra. En la misma casa habitaban dos tipos ...

¿TIENES RAZON DE ENFURECERTE TANTO?


Gálatas 5:15 "Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros"


 Cuando leí este versículo, inmediatamente vino a mi mente la imagen  de la serpiente del Edén, (Génesis 3:14b) aquella que fue maldecida a comer polvo, todos los días de su vida.
 ¿Y qué cosa es el polvo? porque seguramente de tierra no viven estos animales. 
En Génesis 3:19, Dios le dice al hombre "...Porque polvo eres, y al polvo volverás." Es decir, fue sujeta al deseo de comer, de perseguir y contender, contra  los hombres,  todos los días de su vida, hasta destruirlos.

 ¿Conocemos personas así? Que se levantan y se acuestan en una continua discordia, sea con quién sea; vivan junto a ella o de más lejos;  y que no le dan el final a la discusión hasta que no tienen la última palabra dicha. ¿Cuándo comenzó esta forma de vida en ellos? ¿Qué le dio origen?


Muchos hemos notado que, ni siquiera discuten por cosas importantes, valederas o justas, sino por las más insignificantes, que les causan disgusto, a ellas solamente.


 ¿Se recuerdan de Jonás?, ¿el irritable profeta?, nuestro Dios Misericordioso, le hacía esta pregunta, ante sus reacciones coléricas: " ¿Tienes razón de enfurecerte tanto? (Jonás 4:1- 10).
 La irritabilidad de Jonás, no dependía de las causas, esto lo vemos en la lectura de la historia; estas causas no se asemejaban para nada entre sí,  y él había perdido su capacidad de discernirlas, de evaluarlas.
 Había perdido el sentido de lo justo y de la misericordia, a pesar de ser un profeta de Dios. 
Es que la profesión, la vocación o las buenas obras no son escudos para que esto nos ocurra o no nos ocurra, pueden ser máscaras pero no nos defenderán o transformarán. 
Por eso vemos en todos los ambientes sociales la agresión entre esposos, padres e hijos, patrones y empleados, políticos y gobierno, profesionales y profesionales, etc. 
La ofuscación y la obstinación de nuestra voluntad nos llevará a manejarnos con un espíritu destructivo de contienda, (en psicología lo llaman agresividad negativa). 
Estas personas han perdido los límites de sus derechos y no notan su invasión en los derechos del prójimo, creen que son todos uno, y ese es el de ellos.
 Dios le preguntó a su profeta: ¿Tienes razón de enfurecerte tanto?  Y él podría haber argumentado que sí porque era profeta, pastor, líder, patrón, padre, madre, pero Dios no mira esto, sino con dolor sabe que  quien comienza la disputa, y hace de ella un estilo de vida terminará consumiéndose a sí mismo.


Este era el temor del Apóstol Pablo ante el espíritu que advirtió entre los hermanos de Gálatas cuando les decía "...no sea que acaben por destruirse".

Consumirse o devorarse o matarse como vemos en nuestro hoy; porque este espíritu inspira una manera de vivir,  que termina destruyendo el amor entre los hombres,  matrimonios, familias, dañando irreversiblemente a la sociedad, y comprobando que la serpiente del Edén logró su objetivo con nosotros. 


Así que el Apóstol Pablo, con pesar, aconseja a los hermanos de Gálatas, como también el Espíritu de la Palabra a nosotros, que quitemos ese sentir que no viene de Dios, de lo Alto sino de lo terrenal y diabólico. 
El Apóstol Pablo reconoció en los corazones de estos hermanos, la misma naturaleza que opera en las obras de las tinieblas.
 Perseguir, contender, hasta destruirse unos a otros. 
Porque de este tipo de conducta no sale nadie vivo. 
El que derrota a uno, aunque aparentemente tiene la victoria, no se da cuenta que también perdió ante el Juez de los Santos entre los hermanos (Santiago 5:9).
Cuando comience una discusión, no participes de ella, detente ante la pregunta del Espíritu de Dios en tu corazón: ¿Tienes razón de enfurecerte tanto?.
Seamos del mismo sentir de Jesús, pacificadores sabiendo que éstos heredarán la tierra.
Dios te bendiga, Pastora Sara Olguín

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