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LA MANO DE PAPA

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Hace casi 30 años atrás, cuando corrían los primeros días de mi conversión a Cristo y en un regreso, de una de mis primeras reuniones con la Iglesia, ocurrió esto que les contaré y que nunca, nunca he podido olvidar ni olvidaré jamás. Venía regresando tarde de la reunión y traía conmigo un cassette de música de alabanza y adoración, que me habían prestado y una de las razones por lo que quería llegar rápidamente a casa, era la de oír por  primera vez  toda aquella nueva y diferente, música.  Así que en el auto que nos traían,  veníamos cantando, orando y llorando y muy embargada por esa Presencia Gloriosa de aquella hermosa reuníon, le pedía a Dios que no me soltará, que no me dejará nunca. Luego, cuando llegando a casa, mis amigos y yo entramos, y como yo traía a mi  hijito dormido en mis brazos, me dirijí hacia la habitación de mi pequeño y mis amigos fueron hacia la cocina a fin de prepararnos algo rápido para comer, ya que era muy tarde, antes de eso,...

¿TIENES RAZON DE ENFURECERTE TANTO?


Gálatas 5:15 "Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros"


 Cuando leí este versículo, inmediatamente vino a mi mente la imagen  de la serpiente del Edén, (Génesis 3:14b) aquella que fue maldecida a comer polvo, todos los días de su vida.
 ¿Y qué cosa es el polvo? porque seguramente de tierra no viven estos animales. 
En Génesis 3:19, Dios le dice al hombre "...Porque polvo eres, y al polvo volverás." Es decir, fue sujeta al deseo de comer, de perseguir y contender, contra  los hombres,  todos los días de su vida, hasta destruirlos.

 ¿Conocemos personas así? Que se levantan y se acuestan en una continua discordia, sea con quién sea; vivan junto a ella o de más lejos;  y que no le dan el final a la discusión hasta que no tienen la última palabra dicha. ¿Cuándo comenzó esta forma de vida en ellos? ¿Qué le dio origen?


Muchos hemos notado que, ni siquiera discuten por cosas importantes, valederas o justas, sino por las más insignificantes, que les causan disgusto, a ellas solamente.


 ¿Se recuerdan de Jonás?, ¿el irritable profeta?, nuestro Dios Misericordioso, le hacía esta pregunta, ante sus reacciones coléricas: " ¿Tienes razón de enfurecerte tanto? (Jonás 4:1- 10).
 La irritabilidad de Jonás, no dependía de las causas, esto lo vemos en la lectura de la historia; estas causas no se asemejaban para nada entre sí,  y él había perdido su capacidad de discernirlas, de evaluarlas.
 Había perdido el sentido de lo justo y de la misericordia, a pesar de ser un profeta de Dios. 
Es que la profesión, la vocación o las buenas obras no son escudos para que esto nos ocurra o no nos ocurra, pueden ser máscaras pero no nos defenderán o transformarán. 
Por eso vemos en todos los ambientes sociales la agresión entre esposos, padres e hijos, patrones y empleados, políticos y gobierno, profesionales y profesionales, etc. 
La ofuscación y la obstinación de nuestra voluntad nos llevará a manejarnos con un espíritu destructivo de contienda, (en psicología lo llaman agresividad negativa). 
Estas personas han perdido los límites de sus derechos y no notan su invasión en los derechos del prójimo, creen que son todos uno, y ese es el de ellos.
 Dios le preguntó a su profeta: ¿Tienes razón de enfurecerte tanto?  Y él podría haber argumentado que sí porque era profeta, pastor, líder, patrón, padre, madre, pero Dios no mira esto, sino con dolor sabe que  quien comienza la disputa, y hace de ella un estilo de vida terminará consumiéndose a sí mismo.


Este era el temor del Apóstol Pablo ante el espíritu que advirtió entre los hermanos de Gálatas cuando les decía "...no sea que acaben por destruirse".

Consumirse o devorarse o matarse como vemos en nuestro hoy; porque este espíritu inspira una manera de vivir,  que termina destruyendo el amor entre los hombres,  matrimonios, familias, dañando irreversiblemente a la sociedad, y comprobando que la serpiente del Edén logró su objetivo con nosotros. 


Así que el Apóstol Pablo, con pesar, aconseja a los hermanos de Gálatas, como también el Espíritu de la Palabra a nosotros, que quitemos ese sentir que no viene de Dios, de lo Alto sino de lo terrenal y diabólico. 
El Apóstol Pablo reconoció en los corazones de estos hermanos, la misma naturaleza que opera en las obras de las tinieblas.
 Perseguir, contender, hasta destruirse unos a otros. 
Porque de este tipo de conducta no sale nadie vivo. 
El que derrota a uno, aunque aparentemente tiene la victoria, no se da cuenta que también perdió ante el Juez de los Santos entre los hermanos (Santiago 5:9).
Cuando comience una discusión, no participes de ella, detente ante la pregunta del Espíritu de Dios en tu corazón: ¿Tienes razón de enfurecerte tanto?.
Seamos del mismo sentir de Jesús, pacificadores sabiendo que éstos heredarán la tierra.
Dios te bendiga, Pastora Sara Olguín

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